Y no existen los destinos, ni siquiera los divinos, desafinan los metales, sin principios ni finales.
La ciudad se queda sola, y nadie, nadie, nadie te da bola.
Hoy es hoy, ayer fue hoy, ayer.
La ciudad se queda sola, y nadie, nadie, nadie te da bola.
Hoy es hoy, ayer fue hoy, ayer.
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