Estar o no estar, esa es la cuestión. Cuál sería la acción más inteligente y libre: sufrir los balazos penetrantes del destino injusto u oponerle el cuerpo a este tsunami de problemas para terminarlos con atrevida resistencia. Morir es dormir. ¿Nada más? ¿Y por un sueño vamos a pensar que se acabaron las tristezas y los dolores interminables que son parte de nuestra naturaleza humana? Finalizarnos es lo que deberíamos pedir con más ganas. Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y aquí pueden ver el gran obstáculo; porque considerar que los sueños pudieran ocurrir en el silencio de la tumba, cuando hayamos abandonado esta existencia mortal, es razón más que poderosa para detenernos. Esta es la razón que hace nuestra felicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese así, aguantaría la lentitud de los juzgados, la insolencia de los municipales, las abusos que recibe calmada la justicia de los hombres más indignos, las angustias de un amor no correspondido, las insultos y los quebrantos de la edad, la violencia de los opresores, el desprecio de los soberbios, cuando el que sufre esto pudiera acabar con todo con solo puñal? ¿Quién podría soportar tantos límites impuestos mientras sudamos y lloramos bajo el peso de la vida molesta, si no fuese que el miedo de que existe algo más allá de la muerte nos llena de dudas y nos hace sufrir los males que nos rodean, antes que ir a buscar otros que desconocemos? Este pensamiento nos hace a todos cobardes: así el valor se debilita en las oscuras aguas de la prudencia. Los proyectos de mayor importancia por esta idea cambian de dirección, no se llevan a cabo, y se reducen a intentos inútiles.
Pero, la hermosa Ofelia, graciosa niña espero que mis defectos no sean olvidados en tus oraciones.
PURO TEATRO ♥
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